Calvino*(continuación)

 Calvino*(continuación)

 Sobre los cargos eclesiásticos

"Nuestro Señor creó cuatro áreas de tareas o tipos de cargos para la orientación de su iglesia: por un lado los pastores, por otro los doctores, después los presbíteros y cuarto los diáconos. Si queremos una iglesia ordenada y sana, tenemos cumplir con esta forma de su régimen.La tarea de los pastores es "anunciar la palabra de Dios tanto en público como frente al individuo: enseñar, corregir, reprender y amonestar. Pero también tienen que administrar los sacramentos y ejecutar en conjunto con los presbíteros o los encargados del Consejo las correciones fraternales."La tarea especial de los doctores consiste en enseñarles a los fieles la doctrina de la salvación, para que la pureza del Evangelio no sea enturbiada ni por ignorancia ni por ideologías falsas.La tarea de los presbíteros "consiste en cuidar la conducta de cada uno y amonestar amistosamente a los que fallan o viven en condiciones desordenadas.Los diáconos son "los encargados de recibir las donaciones para los pobres, de distribuirlas y de administrarlas (....), de preocuparse de los enfermos y cuidarlos, como también alimentar a los pobres.
Por lo tanto, queda claro que hay ciertas tareas por cumplir en cada comunidad local. Algunas pertenecen más bien al ámbito de la enseñanza y formación, otras tocan dimensiones diacónicas. Los cargos en una comunidad tienen que ser entendidas desde las tareas específicas, o sea, son funcionales. Esta comprensión funcional distingue a Calvino de toda comprensión sacramental de un oficio. Esto es muy visible en el hecho de que alguién sólo tiene un cargo mientras cumple las tareas correspondientes. El cargo no es parte de la persona sino de la comunidad: una diferencia marcada con el luteranismo. Los luteranos concocen la concentración en el ministerio ordenado de la anunciación y administración de los sacramentos ligado a la persona del pastor y no a la comunidad.
Farel, Beza, Viret y Calvin
Aparte de sus actividades en Ginebra, Calvino hace esfuerzos por reunir las diferentes corrientes evangélicas. En 1549 logra un consenso con los zuriqueses en lo concerniente a la Santa Cena ("Consensus Tigurinus Consenso de Zurich): En el fondo es aquí donde nace la "comprensión reformada de la eucaristía.
Sobre la comprensión de la Santa Cena
"Dios nos regaló una prenda para asegurarnos de su constante benevolencia. Por tal motivo les dio a sus hijos el segundo sacramento a través de la mano de su hijo unigénito: la Santa Cena en la que Cristo da testimonio de que es el pan que da vida, el pan por el cual nuestras almas son alimentadas hasta la verdadera y dichosa inmortalidad. (Juan 6, 51).
Primero: Los símbolos de este sacramento son el pan y el vino: Ellos son el alimento invisible que recibimos del cuerpo y de la sangre de Jesucristo.
Segundo: el único alimento de nuestra alma es Cristo, y por eso el Padre celestial nos invita para que seamos parte de él, para que seamos refrescados y podamos reunir fuerzas hasta que lleguemos a la inmortalidad celestial.
El misterio de la unión secreta de Cristo con los fieles, sin embargo, es incomprensible por naturaleza; por eso es que Dios nos revela una imagen o representación del misterio en señas visibles, adaptadas maravillosamente a nuestro bajo nivel. En cierto modo nos da prendas e indicios que nos dan la misma certeza como si lo viéramos con nuestros propios ojos. Porque es una parábola conocida que incluso penetra la mente sencilla: Nuestras almas son alimentadas por Cristo de la misma forma como el pan y el vino mantienen la vida del cuerpo. Con eso queda claro cuál es el objetivo de la bendición secreta: Ella nos asegura que el cuerpo del Señor fue sacrificado para nosotros, para que ahora lo gocemos como alimento celestial y para que en este gozo vivenciemos la fuerza de este sacrificio único. Y que su sangre fue derramada por nosotros, de manera que sea por siempre nuestra bebida. Por eso llama al cáliz la "alianza de mi sangre(Lucas 22,20; 1 Corintios 11,25). Porque cada vez que nos da de beber su santa sangre es como si renovara la alianza que confirmó con ella, mejor dicho: es como si la continuara para reforzar la fe. Las almas piadosas pueden recibir numerosos frutos de confianza y amor de este sacramento, porque tienen el testimonio de que somos un solo cuerpo con Cristo, y de que todo lo que es suyo, podemos llamarlo nuestro también.
6. Algunos acentos teológicos
La teología de Calvino tiene muchos matices y es muy detallada; su Institutio (la versión final data del año 1559) es la primera dogmática evangélica extensa. La renovación reformatoria llega en ella a su auge enfrentándose a la tradición escolástica y dialogando permanentemente con las escritos completos del Antiguo y Nuevo Testamento.
La Institutio demuestra que el pensamiento calvinista está marcado por dos polos complementarios: Por un lado, se enfatiza la gloria, la majestuosidad y la omnipotencia de Dios encarnado en Cristo. Por el otro lado (no inferior al primero) se trata de la salvación de los hombres. Aquí Calvino se muestra como discípulo (independiente) de Lutero. Las dos cosas, la gloria de Dios y la salvación del hombre, están bien unidas. Son justamente la salvación del hombre y la encarnación donde se manifiesta la gloria de Dios.

Conocimiento de Dios y conocimiento de si mismo
"Toda nuestra sabiduría si es que merece este nombre, si es verdadera y confiable comprende en el fondo dos cosas: el conocimiento de Dios y el de nosotros mismos. Estos dos, sin embargo, están vinculados de múltiples maneras, y por eso no es tan fácil constatar cuál es superior y origen del otro.
Primero, ningún hombre puede contemplarse a sí mismo sin contemplar a Dios con todos sus sentidos, al Dios en "el que vivimos, y nos movemos, y somos(Hechos 17,28). Porque todos los dones que constituyen nuestros bienes, aparentemente no los tenemos de nosotros mismos. Incluso nuestra existencia como humanos consiste en tener nuestra esencia en el Dios único. Y, segundo, estos dones llegan a nosotros como caen las gotas de lluvia del cielo, y nos guían como el riachuelo a la fuente.
Pero justamente en nuestra pobreza se reconoce más claramente la riqueza inimaginable de todos los dones que viven en Dios. Especialmente la decadencia miserable en que caímos porque el primer hombre perdió la fe, nos obliga a levantar los ojos: hambrientos y sedientos debemos implorar que Dios nos dé lo que nos falta, pero al mismo tiempo debemos aprender llenos de espanto y terror, a ser humildes (...). Sentimos nuestra ignorancia, vanidad, pobreza, debilidad, nuestra maldad y depravación, y así llegamos a comprender que sólo en Dios se hallan la verdadera luz de la sabiduría, la verdadera fuerza y virtud, una riqueza inmensa de todos los bienes y la verdadera justicia. Es justamente nuestra miseria la que nos hace contemplar los dones de Dios, y sólo cuando hemos empezado a ver nuestros defectos, tratamos seriamente de alcanzarlo a Él. Porque (naturalmente) cada hombre prefiere confiar en si mismo, y generalmente lo logra mientras no se conoce a si mismo, mientras está conforme con sus habilidades y no sabe ni quiere saber de su miseria. Quien se conoce a si mismo, no sólo tiene la motivación de buscar a Dios, sino que de cierta manera es llevado de la mano a su encuentro. Por otro lado, ningún hombre puede hallarse a si mismo sin antes haber contemplado el rostro de Dios, y de esta contemplación pasa a mirarse a si mismo. Porque una soberbia enorme nos es innata, siempre encontramos que somos muy impecables, sabios y santos, a no ser que nos enfrentemos con pruebas palpables de nuestra injusticia, maculación, estupidez e impureza, y nos convenzamos de esta manera. Pero esto no sucederá mientras sólo nos miremos a nosotros mismos y no al Señor, porque Él es el único parámetro que nos permite autojuzgarnos. Por naturaleza tendemos todos a la hipocresía, y por eso cualquier apariencia hueca de justicia nos satisface tanto como en el fondo sólo podría hacerlo la verdadera justicia.
La doctrina calvinista de la doble predestinación hoy en día por cierto muy problemática para nosotros se explica desde su interés por la salvación y la certeza de la salvación. Decisiva para la salvación no es la confianza del hombre, porque entonces éste estaría todo el tiempo preocupado por la calidad de su fe. Unicamente Dios elige y rechaza. La doctrina de la predestinación mantiene la exclusividad de Dios en los asuntos de la salvación y fe.
El Antiguo y Nuevo Testamento nos hablan del mismo Dios. Por eso tampoco se puede establecer una diferencia esencial entre las dos partes de la Biblia. Más bien es así que las profecías del Antiguo Testamento ya son realidad en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento se vislumbra el Evangelio; el Nuevo Testamento presenta la luz misma. Las similitudes son numerosas, sin negar las diferencias. Porque es la misma Alianza de Dios con los hombres que se manifiesta en toda la Biblia.
Por esta razón, la Ley no está hecha principalmente para que el hombre reconozca sus pecados (como en Lutero), sino que su objetivo fundamental es orientar su vida según los mandamientos de Dios. Esto vale tanto para el Antiguo como para el Nuevo Testamento. Es cierto que con los mandamientos reconocemos nuestra propia pecaminosidad, pero esto no suspende su verdadero sentido: mostrarnos la buena voluntad de Dios.

La comprensión de la Ley
"La tercera aplicación de la Ley es la más importante porque se refiere a su objetivo de fondo: Se realiza en los fieles, en cuyos corazones el Espíritu de Dios se ha desplegado y los domina. Ellos tienen la Ley inscrita, incluso esculpida en su corazón por el dedo de Dios, lo que significa que orientados por el Espíritu tienen tal disposición interior que gustosamente quieren obedecer a Dios. Sin embargo, pueden sacar un doble provecho de la Ley.
Primero: Es el mejor instrumento que les enseña día a día más cuál es la voluntad de Dios que buscan cumplir, y que los afirma en tal conocimiento. Por más que un sirviente anhele de todo corazón cumplir las expectativas de su amo, siempre tendrá la necesidad de explorar y observar la particularidad de su patrón, a la que busca ajustarse. Lo mismo vale para los fieles. Nadie se puede liberar de esta necesidad, porque nadie ha profundizado tanto la sabiduría que no pudiera progresar hacia un conocimiento más puro de la voluntad de Dios, a través de la diaria educación en la Ley.
Segundo: No necesitamos solamente la enseñanza, sino también la amonestación. Este es otro provecho que el sirviente saca de la Ley: Su observación constante refuerza su obediencia y lo salva del resbaloso camino del pecado y de la desobediencia. Los santos necesitan sin duda de tal estímulo, porque aunque su espíritu se afana por buscar la justicia de Dios, la debilidad de la carne pesa sobre ellos, y no van por su camino con la necesaria y alegre disposición!
En el centro de la comprensión de los sacramentos según Calvino está el concepto de la profecía. No son los elementos en sí los que portan la salvación. En la Santa Cena, con ayuda de los elementos se expresa la palabra profética, y la celebración sirve para dar certeza a los fieles y afirmar su fe. La profecía se refiere al Espíritu Santo que "sella las profecías de Dios en el corazón de los hombres. En el Catecismo de Ginebra, redactado en forma de preguntas y respuestas, Calvino dice: "¿Estás convencido entonces de que la fuerza y la eficacia de los sacramentos no son inherentes a los elementos sino nacen completamente del Espíritu de Dios? Sí. Dios quiere revelar su fuerza a través de los medios de salvación destinados para este fin. Lo hace de tal forma que no resta importancia a su Espíritu.

Los últimos años de Calvino La esposa de Calvino muere en 1549. El matrimonio tuvo un hijo; sin embargo éste murió poco después de haber nacido.
En 1559, Calvino funda en Ginebra una academia con tres cátedras: griego, hebreo y filosofía. Esta academia se transforma en la escuela de formación de muchos teólogos que se convierten a la Reforma y se vuelven grandes reformadores en sus países. No se puede sobreestimar el impacto de esta institución. Por ejemplo, Juan Knox de Escocia es uno de los estudiantes en Ginebra, y con él muchos más de otros países. La academia es el punto cúlmine de la obra de Calvino: aquí la interpretación bíblica - la motivación calvinista central - gana un espacio organizado.
En el mismo año se publica la última versión de la Institutio. A estas alturas es un manual importante con cuatro volúmenes y 24 capítulos, y pertenece ya a las grandes obras dogmáticas de la teología evangélica.
Debido al exceso de trabajo durante toda su vida, Calvino, quien había superado muchas enfermedades, se debilita. El 2 de febrero de 1564 dicta su última conferencia en la academia; el 6 de febrero es la fecha de su último sermón. El 27 de mayo de 1564, Calvino muere en Ginebra. El día después es sepultado sin ningún tipo de pretensiones, y su tumba no tiene lápida, como él mismo había pedido. Así es que hoy nadie sabe dónde exactamente yacen los restos del reformador. En su discurso de despedida del 28 de febrero de 1564, Calvino dice lo siguiente:
„Yo tuve en mi vida muchas debilidades que ustedes tuvieron que soportar, e incluso todo lo que he hecho, en el fondo no vale nada. Ahora, los hombres malos seguramente sacarán provecho de estas palabras. Pero repito: Todo mis hechos no valen nada, y yo soy una criatura miserable. Sin embargo, puedo decir de mí con todo derecho que mis defectos siempre me desagradaron, que he deseado hacer el bien y que el temor de Dios se ha arraigado en mi corazón. Ustedes pueden afirmar que mi afán fue bueno, y por eso les pido que me perdonen lo malo. Y si hubo algo de bueno, entonces tómenlo como medida y sigan haciendo lo mismo!(Citado según una edición de estudios calvinistas alemana del año 1997)
Calvino era originario de Francia, y toda su vida se orientó por este país. Quería fortalecer las comunidades evangélicas en Francia que eran perseguidas. Servirles a ellas fue uno de los grandes objetivos en su vida. Logró unir las iglesias reformadas por una doctrina y una ley eclesiástica común. Pero su muerte llegó demasiado temprano para orientar a las comunidades franceses y apoyarlas activamente en las guerras por la religión posteriores.
Su correspondencia con toda Europa es impresionante. Se conservan alrededor de 2.000 cartas. Entre ellas hay mensajes tanto a las autoridades políticas como a otros reformadores dentro y fuera de la Confederación Helvética. Muchas de ellas tratan de la situación de los evangélicos en Francia, pero también más allá. Además encontramos muchos testimonios que muestran a Calvino como pastor de almas que sabe dar consejos útiles y profundos también a los miembros más sencillos de la comunidad, en sus dudas respecto a la fe y la vida.
9. Teodoro Beza, el sucesor de Calvino
Después de la muerte de Calvino, Teodoro Beza es elegido su sucesor como moderador de los pastores de Ginebra. Beza nació en 1519 en la Borgoña. En su infancia se convierte a la fe evangélica, sin embargo, en sus inicios no lo hace de pleno corazón. Sólo después de una grave enfermedad se inclina cien por ciento a la Reforma. De profesión jurista, se desempeña durante diez años como profesor de griego en la academia de Lausana en Suiza. En 1558 va a Ginebra. Un año después es director de la academia de esa ciudad.
Ya en sus primeros años en Ginebra, Beza es consultor teológico de la iglesia francesa y dialoga con las autoridades políticas de los hugonotes en el contexto de las guerras por la religión.
Después de 1564, Beza sigue en estrecho contacto con las comunidades francesas. Una vez, incluso, es elegido presidente del sínodo de la ciudad atlántica de La Rochelle. Al final es testigo como muchos de sus correligionarios son expulsados de Francia.
Beza fue considerado en muchas ocasiones como discípulo de Calvino. Aunque esto es correcto, sus méritos van más allá. A diferencia de Calvino, sus raíces están en la filosofía aristotélica. Por eso trata de sistematizar piezas particulares de la obra teológica (especialmente la doctrina de la predestinación y la comprensión de la eucaristía) a través de Aristoteles.
Otra de sus características es su trabajo con el Nuevo Testamento y con la ciencia bíblica. Su edición del Nuevo Testamento en la que descubrió, analizó e interpretó numerosos manuscritos nuevos, ha sido reimpresa más de 150 veces hasta 1965.
Teodoro Beza muere a la edad de 86 años el 13 de octubre de 1605.
10. La evolución de la iglesia reformada en Francia hasta 1598
En 1598, el rey Enrique IV de Francia proclama el Edicto de Nantes que asegura igualdad de derechos a los cristianos reformados franceses, y les permite celebrar el culto en la mayoría de las ciudades. Desde 1562, ocho guerras por la religión precedieron el Edicto de Nantes.
La doctrina reformada se difunde en Francia a partir de 1535. Surgen comunidades que agrupan a los fieles. La existencia de la Iglesia Reformada de Ginebra bajo la tutela del francés Calvino es el motivo por el cual los evangélicos de Francia se orientan cada vez más hacia Ginebra. En 1559, el sínodo nacional se reúne en París y aprueba un credo (Confession de Foi) y una ley eclesiástica (Discipline Ecclésiastique). Con esto, se da forma a la iglesia reformada. Hasta 1562, un tercio de la población francesa se ha convertido a la fe evangélica.
Las comunidades evangélicas, sin embargo, viven desde el principio en condiciones difíciles porque están involucradas en conflictos políticos. La rivalidad entre los duques católicos de Guise y los príncipes evangélicos de Condé domina la escena durante más de medio siglo; los enfrentamientos bélicos entre los católicos y los Hugonotes, como son denominados los evangélicos franceses (el origen de este nombre es muy incierto), no son sólo de naturaleza religiosa. Los reyes se ponen en estos conflictos generalmente del lado de los más fuertes. Hasta 1585, éstos son los católicos, recién después la suerte cambia un poco. Aparte de algunos pequeños intentos por lograr una convivencia pacífica entre las confesiones, destacan las crueldades y numerosos masacres, especialmente la "Noche de Bartolomé de 1572, en la que una gran mayoría de la nobleza evangélica muere asesinada. Resumiendo se puede decir que la mayoría católica es responsable de una cantidad de injusticias bastante más grande que los defensores de la fe evangélica, aunque también hay que decir que éstos muchas veces tampoco evitaron la violencia.
En 1589, Enrique de Navarra es coronado como el nuevo rey Enrique IV. Sus orígenes son hugonotes, pero en 1593 se había convertido al catolicismo por razones políticas. Con su astucia diplomática y militar reúne a los partidos adversarios detrás de sí y pone fin a las guerras por la religión en Francia. El 13 de abril de 1598, proclama el Edicto de Nantes que forma el fundamento jurídico de la existencia de la iglesia reformada francesa, y que es abolido recién 87 años después por Luis XIV mediante el Edicto de Fontainebleau.